dimarts, 22 de juny del 2010

Nous vins de vells ceps


Avui a La Vanguardia publico un ampli reportatge sobre una clara tendència de la vitivinicultura catalana: la recuperació de l'ancestral parc ampelogràfic català. Són nous vins de vells ceps. Al mercat ja es poden trobar brillants exemples. Els coneixeu? Quina opinió us mereix aquesta dinàmica?

Nuevos vinos de viejas vides


RAMON FRANCÀS
Vilafranca del Penedès

No pocas bodegas catalanas se han lanzado decididamente a la recuperación de ancestrales variedades de vid con las que dar una personalidad única a unos nuevos vinos de facturas modernas. Bodegas Torres, que lleva años insertando anuncios en la prensa local y comarcal buscando unas variedades no cultivadas que prácticamente desaparecieron con la llegada de la plaga de la filoxera a finales del siglo XIX, ha sido pionera en la recuperación de variedades perdidas. Una de ellas, la garró, ya se incorpora en pequeñas proporciones a uno de sus tintos más estelares, el hedonista Grans Muralles de Poblet (DO Conca de Barberà). Según la directora técnica de esta bodega con sede en Pacs del Penedès, Mireia Torres, han encontrado medio centenar de variedades catalanas, de las cuales 23 eran desconocidas hasta ahora. De éstas, 6 tienen un “buen potencial”. Una de las que ofrece mayores posibilidades enológicas y organolépticas es la que han bautizado inicialmente como Variedad 4. Se trata de una vid de uvas tintas hallada en Querol (Alt Camp). Las primeras pruebas brindan grandes esperanzas ya que se ha obtenido un vino sedoso, voluminoso, de 13,6º, con mucha fruta (cerezas en licor) y de color vivo y intenso. Podría comercializarse en el plazo de tres años, coincidiendo con la publicación de un libro en el que Torres presentará su proyecto de recuperación de las variedades. También apuntan buenas posibilidades las variedades tintas Cervera y Vic, y la blanca Llaers.
En el marco de un proyecto que han bautizado como La vinya del món, Sumarroca ha plantado en el Penedès 364 variedades de vid de todo el planeta, de las cuales 52 corresponden al ámbito lingüístico catalán. Según el responsable de este proyecto de I+D+I y enólogo de Sumarroca, Tomàs Puig, con esta iniciativa pretenden “descubrir las posibilidades enológicas de variedades que en su momento desaparecieron y que, mediante la tecnología actual, pueden ofrecer un resultado enológico muy satisfactorio”. Han seleccionado especialmente dos variedades: la tinta esperó de gall i la blanca massacamps. Otra de las bodegas que llevan años trabajando en la recuperación de ancestrales variedades, desde 1999, es Albet i Noya de Sant Pau d’Ordal (Alt Penedès). Acaban de lanzar al mercado un escasísimo tinto (sólo 252 botellas) de una variedad que han bautizado como Belat. Lo venden a 70 euros la botella. También han recuperado dos variedades blancas (una de ellas denominada Vidal que ya existía hace unos 130 años) que han incorporado a su vino XXV.
También en el Penedès, la bodega Giró Ribot ha recuperado una variedad blanca que se conserva en Manacor y Cerdeña de la que han elaborado 1.000 botellas. Lleva el mismo nombre de la familia que lo elabora: Giró. Al vino, un interesante blanco fermentado parcialmente en barrica con notas a frutas maduras, lo han bautizado como Giró². Lo presentan como “una recuperación de sentidos perdidos”. Uno de los creadores de vinos de mayor prestigio del Priorat, René Barbier (Clos Mogador de Gratallops), también ha incorporado a sus vinos uvas de recuperadas viejas vides autóctonas. Es el caso de las escasísimas escanyavelles (una uva de piel dura y áspera) y trepat blanc, que forman parte de uno de los mejores vinos blancos españoles, el soberbio Nelin. René Barbier opina que las variedades autóctonas, en cuyas posibilidades cree ciegamente, “permiten expresar de forma más franca y honesta el terruño”. Barbier no tiende dudas de que “lo local nos hace universales en plena globalización”.




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